18 de septiembre

Comprender y gestionar la ansiedad

TELUS Health

Una mujer de aspecto preocupado mira por la ventana con el rostro entre las manos.

La ansiedad es un término utilizado para describir sensaciones emocionales y físicas de inquietud y miedo. Estas sensaciones están relacionadas con la reacción de “lucha o huida” que se presentan normalmente cuando nuestro cuerpo percibe una amenaza; en cambio, una ansiedad severa puede interferir en su capacidad de trabajar, disfrutar de la vida o establecer relaciones estrechas.

Los trastornos de ansiedad no suelen desaparecer por sí solos; pese a ello, el hecho de recibir la ayuda adecuada puede permitirle encontrar los medios para para gestionarlos en toda confianza.

¿Cuáles son algunos de los trastornos de ansiedad más comunes?

Es natural sentirse tenso e inseguro en torno a situaciones potencialmente estresantes, tal como presentar exámenes o iniciar un nuevo empleo. Pero si estos sentimientos son intensos o perduran, podrían ser síntomas de un trastorno de ansiedad.

Según las principales referencias de diagnósticos clínicos, los trastornos de ansiedad se reparten en los grandes grupos descritos a continuación.

Trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Las personas que padecen el trastorno de ansiedad generalizada están ansiosas o nerviosas casi todo el tiempo. Si bien algunas se preocupan demasiado por su trabajo, desempeño escolar, familias, estado de salud o finanzas, otras no pueden identificar la causa de su ansiedad. Estas personas pueden sentirse tensas, exhaustas, mareadas, irritables, incapaces de concentrarse y aturdidas, o con dificultades de respiración, con la impresión de que algo está por ocurrir y con pensamientos acelerados. Su sudoración es más elevada que en otras personas o se les perturba el sueño, pueden presentar cefaleas, tensión muscular o problemas digestivos. Sus síntomas suelen durar más de seis meses y en ocasiones persisten mucho más si no reciben tratamiento. La severidad de estos síntomas les puede hacer evitar ciertas situaciones, alejarse de la familia y los amigos y que se les puede dificultar realizar su trabajo, lo cual incrementa su inquietud y merma su autoestima.

Trastorno de pánico (TP). El trastorno de pánico o angustia se explica como un episodio de miedo intenso, que aparece bruscamente y dura poco. Estos “ataques de pánico” suelen durar desde tan sólo 5 minutos hasta una hora. Los episodios pueden presentar palpitaciones cardíacas, sensaciones de pavor, temblores, sacudidas, sudoración, bochornos, escalofríos, vértigos. Las personas pueden sentirse mareadas, entumecidas o aturdidas. Hay quienes llegan a sentir que se están muriendo, que no pueden respirar o que están teniendo un ataque al corazón o un derrame cerebral. Algunas pueden pensar que el mundo gira fuera de control. De hecho, por ser tan repentinos, las personas que los padecen se llegan a preocupar intensamente sobre el momento en que otro ataque de pánico pueda ocurrir, con lo cual suelen empezar a evitar determinadas situaciones.

Es posible identificar los factores que desencadenan los ataques de pánico, pero en ocasiones estos son difíciles de trazar. Debido a la intensidad de los síntomas, sobre todo la sensación de miedo y pavor, muchas personas que padecen el trastorno de pánico tienen dificultades para relajarse entre una y otra crisis, y viven “atemorizadas por el miedo”. Esta ansiedad anticipatoria mella la confianza en sí e interfiere con la capacidad de funcionar normalmente en el día a día.

Fobias. Las fobias son provocadas por un sinnúmero de objetos o situaciones en torno a lo cual se establece la fobia. Se trata de miedos intensos a cosas que son relativamente seguras. Las fobias específicas o simples se centran en un objeto, animal, situación o actividad concretos, como alturas, tormentas eléctricas, túneles o puentes, perros o serpientes, volar en avión o conducir un auto. En cambio, las fobias complejas suelen ser incapacitantes, como la agorafobia y la fobia social. Las personas con esta clase de fobias saben con frecuencia que sus temores son irracionales, pero aun así sienten miedo de ellos y los evitan en la medida de lo posible. Los síntomas fóbicos tienden a ser muy semejantes a los de los ataques de pánico.

Trastorno de ansiedad social. Este trastorno, conocido también como fobia social o desorden de ansiedad social, consiste en el temor a ser humillado o ridiculizado frente a terceros y ser juzgado por estos, lo cual provoca situaciones sociales difíciles. Las personas que padecen este trastorno suelen sentirse dolorosamente inseguras o considerar como enormes los errores menores. Pueden temer asistir a fiestas, hablar en público, comer en restaurantes, o hablar por teléfono.

Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). El TOC se caracteriza por pensamientos intrusivos y comportamientos repetitivos. Por ejemplo, un miedo irracional a los gérmenes puede llevar a alguien a lavarse las manos en exceso. Esos pensamientos y actos son persistentes, recurrentes y desagradables. Si bien la persona que los experimenta a menudo sabe que estas obsesiones y compulsiones no son realistas, eso no impide la fuerte angustia que le provocan.

Abordaje terapéutico

Los trastornos de ansiedad generalmente se tratan con terapias psicológicas o farmacológicas o con la integración de ambas. El tratamiento puede incluir las técnicas terapéuticas expuestas a continuación.

La terapia conductual ayuda a aprender técnicas para abandonar o controlar comportamientos no deseados. Entre estas técnicas cuentan la respiración profunda para gestionar los ataques de pánico, y para el tratamiento de fobias se utiliza la terapia de exposición, así como se abordan prácticas de desensibilización.

La terapia de exposición ofrece un espacio seguro en el que puede exponerse a una persona de forma gradual y sistemática a los objetos o situaciones que le aterran, al tiempo que esta desarrolla habilidades de afrontamiento. Por ejemplo, si una persona le tiene miedo a los perros, primero se le podrían mostrar imágenes con perros, y más adelante, antes de confrontarle a perros sujetados con correa, ir a verlos en contextos seguros, como los refugios de animales.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) lleva a las personas a cuestionar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos y ansiosos ayudándole a comprender cómo se influencian mutuamente y dan lugar a la evitación. Por ejemplo, si alguien teme hablar en público, podría aprender a identificar y cuestionar los mensajes negativos y autodestructivos que se envía a sí mismo antes de las presentaciones, y a sustituirlos por otros más realistas y positivos. En vez de pensar cosas como “soy un fiasco cada vez que hablo en público, la gente me critica”, esta persona podría pensar “estoy preparado para comunicar, conozco bien a mi público, el contenido de mi charla es de interés para estos oyentes”.

La terapia farmacológica. Esta terapia puede utilizarse como componente de otras formas de tratamiento. Para los tratamientos de largo plazo, los médicos suelen recetar inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), también conocidos como antidepresivos, los cuales actúan en las partes del cerebro que regulan la ansiedad. Otros fármacos, tales como los benzodiazepinas, también conocidos como tranquilizantes, actúan en el sistema nervioso central, frenándolo y disminuyendo la ansiedad. Dado el riesgo de dependencia, estos medicamentos se recetan por periodos limitados. Los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), los antidepresivos tricíclicos (ATC) y los inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO) constituyen otras opciones.

Puede transcurrir tiempo antes de que estos fármacos surtan pleno efecto y para acertar con la dosis que conviene mejor a la persona tratada. Adicionalmente, la ingesta de fármacos concierne a quien decide tomarlos, por consiguiente, la persona interesada debe hablar abiertamente con su médico sobre cualquier inquietud y efectos secundarios potenciales.

La terapia EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) es una técnica de tratamiento breve y rentable que puede ayudar a procesar recuerdos angustiantes y superarlos. Durante esta terapia se le pide a la persona que recuerde un evento traumático mientras va siguiendo con la mirada el dedo en movimiento de un terapeuta al tiempo que presta atención a las imágenes, sensaciones o emociones que puedan surgir. El terapeuta orienta entonces su atención hacia otras más positivas, estimulando así al cerebro a reprocesar el recuerdo y hacerlo paulatinamente menos difícil.

Algunos trastornos de ansiedad responden bien a un solo método de tratamiento, mientras que otros requieren la integración de terapias psicológicas y farmacológicas. Dependiendo de la naturaleza del trastorno, es posible constatar progresos en un plazo relativamente corto o el hecho de necesitar prolongar el tratamiento.

Afrontar los trastornos de ansiedad

Si usted cree que presenta un trastorno de ansiedad, considere los consejos a continuación a fin de reducir el estrés en su vida cotidiana.

Consulte a un profesional sanitario (por ejemplo, terapeuta, enfermera, médico). Para empezar, lo mejor es someterse a un examen físico. Muchos síntomas de los trastornos de ansiedad son similares a los de los problemas médicos, por lo que es mejor descartarlos en una primera etapa. Los profesionales sanitarios también pueden proporcionarle derivaciones o información en materia de apoyos pertinentes.

Siga una dieta equilibrada. Adopte una dieta sana, tome vitaminas y limite el consumo de azúcar, cafeína y nicotina.

Manténgase físicamente activo. La práctica regular de actividad física es una de las maneras más eficaces para tratar la ansiedad. Puede liberar tensiones y ser un sustituto de hábitos poco saludables. Un poco de actividad física por las mañanas o por las tardes ayuda a mejorar los problemas de alteración del sueño.

Encuentre maneras de desconectarse. Empiece simplemente por hacer cosas que disfrute, tales como escuchar música o caminar en la naturaleza. Practique técnicas de relajación muscular progresiva, ejercicios de respiración. Asimismo, los estiramientos de yoga ayudan reducir el estrés, relajar el cuerpo y mejoran su bienestar.

Descubra los beneficios de la meditación o prácticas de conciencia plena. La meditación y otras prácticas de conciencia plena ayudan a reducir la hipertensión y desacelerar los latidos del corazón. La consciencia plena consiste en centrar la mente en el momento presente y reconocer sus pensamientos y emociones sin emitir juicios a medida que se presentan. El hecho de crear un espacio para la ansiedad puede reducirla, así como acallar gradualmente sus pensamientos e inquietud.

Utilice la visualización. Visualizar resultados concluyentes o escenas apacibles, le hace sentir menos tenso y más controlado. Colocar un cuadro que represente una playa o un bosque en un sitio que ve frecuentemente, también tiene un efecto calmante. Por ejemplo, si tiende a sentirse tenso en el trabajo, ponga una imagen apacible en el cajón de su escritorio.

Trate de bifurcar su atención. Es posible desalojar sentimientos ansiosos al bifurcar la atención pronunciar una palabra o frase positiva, un verso u oración. Un buen ejercicio para distraer la atención consiste en contar hacia atrás o hacia adelante, estirar y aflojar levemente una liga ajustada a la muñeca o, si la situación lo permite, en mascar chicle.

Obtenga más información sobre su problema de salud. Mantenerse al día en materia de investigación o métodos de tratamiento puede sugerirle técnicas eficaces de control o temas que puede abordar con su médico o terapeuta. Los recursos de autoayuda, tales como el sitio web el sitio web MedlinePlus de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU. pueden ser buenas herramientas para desarrollar la consciencia de sí mismo.

Intente tranquilizarse. Dígase que lo que siente es un estado ansioso pasajero y que no es peligroso. Esta confianza puede ayudarle a tranquilizarse y a anticipar menos el temor a futuras crisis.

Participe en un grupo de apoyo. Relacionarse con otras personas que están experimentando cosas similares es útil. Le reconfortará saber que no está solo. Compartir sus experiencias también constituye otra habilidad de afrontamiento para su “caja de herramientas”.

Busque recursos en el trabajo. Si cuenta con un plan de beneficios a través de su empleador, es posible que tenga acceso a ayudas para la salud mental, como la terapia. En función de su nivel de comodidad, hable de sus preocupaciones con su superior o un representante de recursos humanos.

Los trastornos de ansiedad pueden ser difíciles de gestionar. Pero gracias a su propia ayuda y la de un profesional, usted podrá comenzar a aprender a gestionar sus síntomas y a gozar de la vida nuevamente sin el temor y la angustia que la ansiedad causa.

¿Necesita ayuda?

Si usted o un ser querido necesita apoyo, comuníquese con un asesor o con el programa de asistencia de su organización.

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