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Controlar el estrés tras un desastre natural

Luego de vivir desastres naturales tales como inundaciones, huracanes, tornados o terremotos suele ser muy difícil superar el estrés. Las nuevas realidades pueden crisparle al extremo sobre todo si se encuentra desplazado, impedido de sus rutinas familiares, triste o ansioso, o habiendo perdido su casa o pertenencias insustituibles. Es normal que tras un trastorno mayor en la vida sea complicado superar el estrés. No obstante, las investigaciones han demostrado que la mayoría de las personas se recuperan de los desastres naturales con el tiempo. Y la manera en que uno gestiona estas tensiones inevitables desempeña un papel esencial en su capacidad para cuidarse y seguir adelante.

He aquí algunos consejos de expertos que han servido a otras personas para recuperarse de un desastre natural.

Encontrar apoyo en la familia, amigos y otras personas

Intercambie con otras personas sobre sus experiencias. Hablar de sus experiencias puede atenuar las frustraciones reprimidas y ayudarle a ver que los demás comparten sus sentimientos. Puede resultarle particularmente útil hablar con otras personas que sobrevivieron al suceso. Recuerde que la experiencia de cada uno es única y que las reacciones de las personas pueden diferir de las suyas, lo cual es natural y normal.

Recurra a su red de apoyo. Manténgase en contacto con sus familiares y amigos. Si no puede reunirse con sus seres queridos, llame o envíe mensajes de texto o de correo electrónico para que sepan cómo se encuentra y qué tipo de ayuda podría necesitar de ellos. Trate igualmente de crear límites para quienes no han sido de ayuda en el pasado. Por ejemplo, si no se siente cómodo para intercambiar con ellos, quizá pueda usted tomar ciertas distancias. Si tiene que vivir en un alojamiento temporal, intente desarrollar otra red de apoyo ahí donde esté.

Ayude a los demás tanto como pueda. Busque formas de hacer una contribución, aunque usted mismo necesite mucha ayuda. Las investigaciones han demostrado que uno puede atenuar muchos de los efectos negativos del estrés multiplicando pequeños gestos bondadosos. Incluso en un refugio, usted puede ayudar a otros sobrevivientes escuchando sus preocupaciones, ayudándoles a rellenar formularios o a cuidar de sus hijos. Reconozca cuándo no está en condiciones emocionales o económicas de ayudar. Es fácil sentir enfado, pero entender sus propias necesidades ayuda mucho.

Busque en fuentes fidedignas la información necesaria para seguir adelante. Conocer los hechos (servicios de emergencia, información sobre seguros, servicios de apoyo disponibles para su hijo o pariente mayor) le hará sentir que tiene las riendas en mano y reducirá su nivel de estrés. Intente dividir sus objetivos en pequeñas tareas manejables.

Conservar la entereza a medida que avanza

Ante todo, salud y seguridad. Vele por que la protección de su salud y seguridad y la de su familia se convierta en una prioridad absoluta. Si ha debido abandonar su casa, espere a que las autoridades digan que es seguro volver antes de ir a ver los daños o sus pertenencias. Las fugas de gas, los cables eléctricos caídos y los edificios inestables pueden crear nuevos peligros que aumentarán su estrés.

Atienda su salud y necesidades médicas y las de sus íntimos que se vieron afectados. Si tiene dificultades para respirar o experimenta dolores de pecho o palpitaciones, busque de inmediato atención médica.

Cuídese. Mantenga sus rutinas de salud lo mejor que pueda. Intente descansar y hacer ejercicio como lo hacía antes del desastre. Trate comer al menos una comida equilibrada por día y tentempiés saludables en otros momentos. Enfrentar un desastre consume mucha energía y usted necesita abastecerse para poder ir tomando decisiones acertadas. Adapte sus rutinas a su nueva situación según convenga.

Evite querer atenuar el estrés con drogas y alcohol. El alcohol y las drogas aparentemente alivian el estrés de manera pasajera, pero pueden hacer que la situación se deteriore a la larga, en particular porque estas sustancias perturban la calidad del sueño indispensable para sobreponerse a las adversidades y reducen la capacidad del cuerpo para relajarse de manera natural.

Recurra a técnicas de respiración controlada que le ayuden a calmarse cuando esté estresado. Respire lenta y profundamente inhalando por la nariz. Aguante la respiración durante cinco segundos y luego exhale por la boca. Al exhalar, centre sus pensamientos en palabras y frases positivas, como “relájate” o “voy llevando bien las cosas”. Repita este ciclo varias veces.

Limite su exposición a las imágenes del desastre difundidas por los medios informativos. Los reportajes y las redes sociales ayudan a mantenerse al día sobre las alertas de emergencia durante un desastre. Pero una vez pasado el peligro, la exposición excesiva a los eventos puede aumentar su nivel de estrés e impedirle recobrarse.

Establecer prioridades compatibles con su “nueva normalidad”

Haga una cosa a la vez. Ya sea que deba avisar a sus familiares de que está a salvo o rellenar formularios para el seguro, luego de un desastre puede sentirse abrumado por todo lo que debe hacer. Establezca sus prioridades en una lista dividida en tareas pequeñas o fáciles de manejar y aborde una a la vez. Táchelas a medida que las vaya completando, esto le procurará el sentimiento de haber cumplido con su cometido. Gestionar lo que es posible le ayudará a sentirse mejor.

Cada día intente hacer algo que le levante el ánimo. Escuche música, lea o juegue a un juego de mesa con amigos o familiares. Intente dedicar al menos 15 o 20 minutos al día a una actividad sana y agradable. Esto le hará olvidar el estrés. Las actividades que hacen la vida llevadera nos recargan de energía, mismo algo tan sencillo como escuchar una de nuestras canciones predilectas.

Conserve vínculos con una comunidad de fe. A raíz de desastres naturales, muchas casas de culto proporcionan alimentos, refugio y otras ayudas. Participe en la vida de su comunidad de fe si tiene una, eso le ayudará a aliviar el estrés.

Fíjese en los cambios de comportamiento en los niños. Tenga en cuenta que los niños pequeños pueden mostrar el estrés de formas diferentes a como lo hacen los adultos. Hable con el médico de su hijo si observa cambios que le inquietan o que no entiende o si tiene otras preguntas.

Pida ayuda si la necesita. Aunque la mayoría de las personas se recuperan de los desastres naturales, hay quienes necesitan un apoyo adicional. Pida ayuda si siente que su estrés se prolonga más que el de otros sobrevivientes del desastre o si es tan intenso que interfiere con su trabajo, sus relaciones o su capacidad para disfrutar de la vida. Hable con un profesional de la salud mental sobre cómo está afrontando el trastorno. También podría formar parte de un grupo de apoyo para supervivientes del desastre. Los hospitales comunitarios, centros de salud mental o casas de culto podrían tener programas útiles.

Aproveche los recursos comunitarios y laborales que le ayudarán a controlar el estrés. Su comunidad o empleador pueden poner consejeros a disposición de los sobrevivientes del desastre. Asimismo, pueden repartir volantes, folletos u hojas informativas con los nombres y números de teléfono de agencias y organizaciones que podrían asistirle. Estas organizaciones suelen ayudar en forma diversa, ya sea que se trate de cumplimentar una solicitud de ayuda financiera o de reconstruir una vivienda. Recopile y guarde la información. Si de momento no la necesita, esa podría servirle más adelante. Aproveche esos recursos.

Si su estrés persiste, busque el apoyo de alguien en quien pueda depositar su confianza. Recurra al programa de asistencia de su organización para obtener orientación y apoyo.