¿Corre riesgo de enfermar del corazón?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiacas –riesgo mayor para la salud que puede tener consecuencias trágicas– se consideran como una de las principales causas de mortalidad en el mundo.
Las enfermedades cardiacas comprenden varios problemas asociados a obstrucciones en el corazón y los vasos sanguíneos, indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Estas obstrucciones se deben a un proceso denominado aterosclerosis, en el que una sustancia dura llamada placa se acumula en las paredes arteriales. Esto estrecha las aberturas por las que puede fluir la sangre y, cuando se forma un coágulo en una zona estrecha, el flujo sanguíneo se detiene por completo, provocando así un infarto de miocardio o un derrame cerebral.
Existen varios factores de riesgo para las enfermedades cardiacas, de los cuales algunos son independientes de su voluntad. No obstante es bueno conocer qué factores puede usted controlar y cómo.
Factores de riesgo de enfermedad cardiaca que usted no puede controlar
Edad. Cuanto mayor se es, mayores son las probabilidades de padecer una enfermedad cardiaca.
Antecedentes familiares. Si su padre o su hermano contrajeron una enfermedad cardiaca o sufrieron un episodio cardiaco antes de los 55 años, o a su madre o hermana le ocurrió esto antes de los 65, su riesgo aumenta, aunque usted no presente otros factores de riesgo.
Sexo. Los hombres son más propensos a padecer enfermedades cardiacas, pero las mujeres presentan un mayor nivel de riesgo después de la menopausia.
Raza y origen étnico. Algunos estudios indican que la raza y el origen étnico son factores de riesgo en la incidencia de enfermedades cardiacas. Sin embargo, este riesgo también puede estar ligado a factores sociales, en particular las disparidades en materia de salud que presentan determinados grupos raciales y étnicos. Asegúrese de hacerse chequeos médicos de rutina y abogue firmemente por sus intereses cuando busque consejos y tratamiento médico.
Factores de riesgo de enfermedad cardiaca que usted puede controlar
Colesterol. Los dos tipos principales de colesterol son las lipoproteínas de alta densidad (HDL, por sus siglas en inglés) o colesterol “bueno”, y las lipoproteínas de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés) o colesterol “malo”. La edad, el sexo, la herencia, el tabaquismo, la actividad física y los hábitos alimentarios pueden influir en los niveles de colesterol.
Tensión arterial. Las nuevas directrices han determinado que tener una tensión sistólica (cifra superior) superior a 120 mm Hg, una tensión diastólica (cifra inferior) superior a 80 mm Hg, o ambas, puede suponer un riesgo.
Inactividad física. Cuanto menos activo sea usted, especialmente si permanece sentado durante periodos prolongados a lo largo del día, más probabilidades tendrá de contraer enfermedades del corazón.
Peso. El exceso de grasa corporal, en particular alrededor de la cintura, es un poderoso factor de riesgo independiente de cualquier otro.
Diabetes. Si usted es diabético, aunque sus niveles de azúcar en la sangre estén bien controlados, corre un mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiaca.
Tabaquismo. Se trata de un factor de riesgo importante en sí, pero particularmente peligroso cuando se combina con otros factores de riesgo como la diabetes y los antecedentes familiares.
Otros factores posibles. Entre los factores de riesgo elevado, se puede citar un nivel elevado de estrés no controlado, el consumo de drogas ilegales como la cocaína y la heroína, la apnea del sueño no diagnosticada o no tratada, la gripe, una alimentación rica en carnes procesadas y grasas saturadas o trans, y el consumo de bebidas azucaradas o alcohol.
Si bien algunos factores de riesgo de enfermedad cardiaca son incontrolables, la mayoría de ellos pueden reducirse o eliminarse con un cambio en el estilo de vida. Usted y su médico deben elaborar el programa que mejor le convenga. Nunca es demasiado tarde para empezar a llevar una vida sana para el corazón.
Esta información se proporciona como complemento de la atención proporcionada por su médico o por un profesional de la salud mental y no debe utilizarse como sustituto de un dictamen médico. Solicite siempre la opinión de su médico o de otro profesional de la medicina o de la salud mental competente si tiene preguntas sobre un problema de salud o un plan de tratamiento.