Cómo proteger la salud mental de sus hijos
A medida que los niños van creciendo, desarrollándose durante la infancia y llegando a la adolescencia, algunos padres a veces notan comportamientos que indican algún problema relacionado con la salud mental. Si bien la mayor parte de sus inquietudes pueden ser solo parte de la transición hacia la adolescencia, las señales de alerta que justifican la intervención profesional son las siguientes:
- sentimientos de tristeza agudos e introversión durante más de dos semanas;
- pensamientos de no querer vivir, intentar seriamente lesionarse o suicidarse, o hacer planes para hacerlo;
- preocupaciones o temores intensos que se interponen en las actividades cotidianas;
- peleas frecuentes, uso de armas o deseo de lastimar a los demás;
- comportamiento incontrolado grave que puede perjudicar al niño o a terceros;
- pérdida de peso debido a la falta de alimentos, vómitos o uso de laxantes;
- dificultad extrema para concentrarse, focalizar o permanecer sentado, lo cual repercute negativamente en el rendimiento escolar;
- cambios radicales de humor que obstruyen las relaciones llevaderas;
- cambios drásticos en el comportamiento o la personalidad;
- consumo reiterado de drogas o alcohol.
¿Qué hacer después?
Si cree que su hijo padece una enfermedad mental no diagnosticada o que la transición hacia la adolescencia le supone dificultades, comience por tratar de tener una plática sincera con él de la manera más abierta y menos moralizadora posible. Dígale que le preocupa su bienestar y explíquele que lo que ha observado le da pensar que puede tener problemas. Sepa que esta conversación puede ser difícil para usted y para su hijo, y que a él le puede costar hablar con usted sobre cualquier problema que esté teniendo. Eso puede traducirse en corajes y conflictos y no todo se hará en una sola plática. Recuérdele que le quiere y que desea ayudarle en todo lo que usted pueda. Acepte que se trata de un período difícil en el desarrollo de su hijo.
Una vez que haya platicado con su hijo, considere la posibilidad de tomar las medidas siguientes:
Hable primero con el médico de su hijo. Hable de sus inquietudes con el médico. De ser pertinente, sepa que un examen físico completo es importante para descartar la posibilidad de que existan problemas orgánicos o físicos subyacentes que puedan estar causando o contribuyendo al comportamiento de su hijo. Dele al pediatra el máximo de información posible, incluidas las situaciones en las que ha observado que su hijo tiene problemas, el momento del día y las circunstancias que rodean a estas dificultades, dónde suelen producirse estos problemas y qué ha hecho usted hasta ahora para remediarlos. Su médico puede guiarles a usted y a su hijo a lo largo del proceso de diagnóstico.
Reúna información. Si cree que su hijo padece de una enfermedad mental —o si su hijo ya ha recibido un diagnóstico— investigue un poco y recopile información procedente de organizaciones acreditadas. Puede encontrar profesionales de la salud mental y centros de tratamiento en internet o a través de su médico o compañía de seguros. También puede ponerse en contacto con su programa de ayuda para hablar con un asesor y obtener más información.
Infórmese sobre la enfermedad específica de su hijo. Como padres de un niño que presenta una enfermedad mental, su dificultad puede ser temporaria o permanente, en función del diagnóstico y la gravedad de la enfermedad. Pida al pediatra de su hijo o al profesional de salud mental que le indique recursos saber mejor a qué debe esperarse y cómo afrontar la situación.
No se desanime. El diagnóstico de un trastorno o enfermedad mental debe relativizarse. No todos los diagnósticos implican un deterioro grave o permanente, y muchos pueden tratarse o resolverse con medicamentos y/o terapia.
Acceso a atención de salud mental para su hijo y apoyo para usted
No se desmoralice. Varias fuentes citan los principales obstáculos con que uno tropieza al recurrir a los servicios de salud mental. Pese a los progresos considerables realizados en materia de sensibilización a las enfermedades mentales, el estigma omnipresente que subsiste en el mundo entero puede entorpecer una plática franca sobre la salud mental de su hijo. A veces esto implica poner en tela de dudas sus propias ideas sobre la enfermedad mental. Otros obstáculos pueden ser la falta de servicios idóneos en su zona geográfica, los costes o los prejuicios entre los profesionales de la salud mental que pueden dar lugar a disparidades raciales o étnicas. Asimismo, el tener una experiencia negativa con un profesional en particular puede acobardar. Todas estas circunstancias son desalentadoras; sin embargo, como padre, tendrá que defender con fervor a su hijo a fin de que reciba la ayuda necesaria, para que diagnostiquen y traten su enfermedad mental.
Busque apoyo. El diagnóstico de una enfermedad mental de un hijo puede ser difícil para los padres. Es posible que se sientan contrariados, confusos o inseguros sobre el futuro. Durante este período, puede el apoyo de otras personas que también están afrontando experiencias similares puede serle de gran utilidad. Su programa de ayuda es un buen punto de partida para encontrar recursos útiles, incluidos grupos de apoyo para seres queridos que luchan contra problemas de salud mental.