¿Por qué algunos estudiantes parecen sobresalir a pesar de que no estudian más tiempo que otros ni toman cursos más fáciles? Quizá estudien en forma más inteligente y no más intensa, como lo sugieren ciertas investigaciones. Si tienes la impresión de que estudias sin parar y aun así necesitas mejorar, sigue los consejos de los estudiantes que tienen éxito.
Encuentra un sitio tranquilo. Elige un lugar cómodo en el que no haya distracciones como música alta o conversaciones, ya sea tu habitación, la biblioteca o un espacio tranquilo del campus. Tener un lugar fijo para estudiar es un factor clave para el éxito de todo estudiante, según se ha revelado en varios estudios. Si te es difícil encontrar un lugar tranquilo donde vives, utiliza auriculares con supresión de ruido.
Haz que trabaje el cuerpo, no sólo el cerebro. Cuando tengas dificultades para pensar debido a todo el material del cual te estás impregnando, sal a dar una caminata enérgica de 20 minutos, corre un poco o practica tiros de baloncesto para despejar la mente. El ejercicio moderado o intenso acelera el flujo de oxígeno que va al cerebro y ayuda a mantenerse alerta. Un estudio reveló que 30 minutos de ejercicio al día aumentaban los resultados de los estudiantes en los exámenes en un 3%.
Asegúrate de comprender bien lo que tus profesores esperan de ti. No hay nada más frustrante que dar lo mejor de uno mismo en un examen o en cualquier trabajo, sólo para descubrir más adelante que malgastaste tus esfuerzos en vano porque entendiste mal lo que el profesor quería. Si una tarea no te parece clara o tienes dificultades con el material, pide aclaraciones o instrucciones complementarias. Haz preguntas tales como “¿Cuáles son los criterios clave de un proyecto satisfactorio? ¿Qué recursos me recomienda para ayudarme con este proyecto?”.
Deja el portátil a un lado de vez en cuando. Mira por qué: los estudios sugieren que los alumnos aprenden mejor cuando toman apuntes a mano que cuando escriben en un teclado. Esto se explica en parte por el hecho de que escribir a mano moviliza más regiones del cerebro que pulsar un teclado. También te hace ir más despacio y reflexionar sobre lo que has escuchado, lo cual es fundamental para retener nuevas informaciones.
Trabaja a partir de tus fechas de entrega. Acaba con la costumbre de apuntar sólo la fecha de entrega de los trabajos u otras tareas. Empieza por la fecha de entrega, y luego ve fijando plazos intermedios para cada fase de un proyecto. Si debes entregar un trabajo importante un día determinado, fija un plazo para completar la investigación, otro para escribir el borrador y un tercero para la versión final. Configura alertas en tu teléfono para recordártelo. Esto te evitará pasar desvelos que te produzcan una fatiga ocular que te impida detectar errores. Prevé tiempo suficiente en tu horario para pedir ayuda —a un profesor, tutor, compañero o bibliotecario— en caso de que tengas preguntas o necesites retroalimentación para mejorar tu proyecto o trabajo.
Si tienes la impresión de que tu bienestar se ve afectado por el estrés de hacer malabarismos con las tareas del curso y otras responsabilidades, no dudes en acudir al servicio de apoyo al estudiante de tu colegio o universidad, a un consejero o a tu programa de asistencia.